Las fiestas de mi pueblo

Imprescindible para un verano perfecto

Érase una vez un pueblo que se sentía lleno.

Lleno porque llegado el verano, sus calles dejaban de ser sólo calles y se convertían en el patio de recreo donde los más pequeños jugaban, donde  en cada esquina te reencontrabas con alguien querido que se interesaba por saber de ti y donde por las noches, todos salían con sus sillas al fresco a respirar calor humano.

El pueblo, sin nada en particular, era un lugar mágico porque conseguía en muchas ocasiones que el tiempo se detuviese o, al menos, que las agujas del reloj fuesen a un ritmo más lento adaptándose al latir de sus habitantes. Mágico porque según te acercabas a él, se alejaban los problemas y la sensación de sentirte protegido te arropaba el alma. Mágico porque sus alegres campanas, la trompetilla del pregonero y el canto de los pájaros eran la banda sonora de cada mañana. 

 

Aquí cada persona era importante: El amable cartero repartía en mano las cartas sin dirección, siempre sonriente. Éste era un gran amigo del de teléfonos, al que había que visitar siempre que querías hacer una llamada y que con su sonrisa, conectaba directamente con el corazón.  

Desde la infancia, decías orgullosa que eras  “la nieta de…” y ya sabían quién eras. Te sentías útil ayudando a tu abuela a hacer galletas y magdalenas en la tahona o acompañando a tu abuelo al huerto a recoger los tomates más sabrosos que puedas imaginar ¿el secreto? Se regaban con amor.

Y así, de la manera más bella, sus habitantes escribían su historia sin darse cuenta que estaban creando los recuerdos más entrañables de sus vidas y donde el pueblo era el escenario de todas estas historias, de las aventuras más divertidas. Era testigo de las amistades más puras, de los primeros amores y de los secretos más ocultos. Era y es nexo de unión de cada uno de nosotros.

Ese pueblo es tu pueblo y está deseando volver a verte.

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A lo largo del verano y sobre todo en el mes de agosto suelen tener su día grande, sus fiestas. Se sentirá afortunado de que vuelvas a visitarlo, de que vayas con tus hijos y les muestres sus tradiciones y que las disfrutéis todos juntos.

Creo que nuestros pueblos se lo merecen, por todo lo bueno que nos han dado y estoy segura de que volverán a atraparte con sus verbenas, con sus fuegos artificiales, con las risas y alegría de cada rincón, con la sensación de que sigues formando parte de esa familia…

¡Vamos! Acércate a las fiestas de tu pueblo, que ya no se sentirá tan lleno si esta vez faltas tú.

Este post está dedicado a mi querido pueblo de Cañaveras y a sus maravillosas fiestas en honor a la Virgen del Pinar, pero me encantaría que compartieses con todos nosotros cuál es tu pueblo y por qué te gustan tanto sus fiestas.



Continuemos entre todos dando vida a nuestros pueblos y no permitamos que la despoblación los deje en el olvido.

 

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