La playa de Navagio

¿Visitarías una playa en la que no puedes pisar la arena, ni tomar el sol o ni siquiera darte un baño? Pues yo te digo que si estás en la isla griega de Zakynthos  no sólo deberías hacerlo sino que, si lo haces, será un recuerdo precioso que te acompañe siempre.

Escondida entre imponentes acantilados de piedra caliza, bañada por el indescriptible azul del mar Jónico y repleta de misterios, esta cala fue el escenario de un mítico naufragio que sigue atrayendo a viajer@s de todo el mundo para ver los restos oxidados del barco que, desde 1980, duerme varado sobre la arena blanca.

El MV Panagiotis encalló en esta playa durante una tormenta, mientras huía de la armada griega, ya que se dedicaba al contrabando de alcohol y cigarrillos. Con el tiempo, muchas leyendas han surgido en torno a él: se dice que la playa está embrujada o que hay tesoros enterrados bajo la arena. Sea como sea, es innegable que el barco te atrapa, te atrae, te cautiva... y despierta en ti una necesidad casi magnética de verlo de cerca.

Este fue el principal motivo de visitar la isla de Zante en Grecia y fue la excursión más top de todas las que hicimos. Cogimos nuestro coche y visitamos esta playa de las dos únicas maneras posibles a día de hoy.

Desde lo alto de los acantilados que rodean la playa hay un mirador que os dejará sin palabras. ¡Qué contraste de colores, qué belleza natural... y qué calooooor! Nosotros fuimos hacia el mediodía, cuando el sol ilumina de lleno la bahía y el agua se vuelve de un azul mágico. Eso sí: hay que hidratarse muy bien, tener paciencia si hay cola para asomarse, y sobre todo, extremar la precaución cerca del borde de los acantilados. No hay barreras de seguridad y, por desgracia, ya ha habido accidentes mortales.

Nosotros tuvimos suerte y encontramos sitio en el pequeño aparcamiento gratuito junto al mirador (también gratuito). Pero no siempre es tan fácil: en pleno verano y en horas punta puede resultar complicado aparcar, ya que las plazas son muy limitadas. Por suerte, justo allí hay un pequeño chiringuito donde refrescarse con un helado o una bebida fría antes —o después— de asomarse a una de las vistas más impresionantes de Zakynthos.

Desde allí nos fuimos a la zona de Skinari, donde, investigando,  encontré una empresa familiar que hacía excursiones en pequeños barcos ofreciendo una experiencia mucho más íntima y enriquecedora por el norte de la isla. 

Primero nos llevaron a las espectaculares Blue Caves, donde hicimos una parada para nadar en sus increíbles aguas turquesas.

Luego, seguimos navegando hacia Shipwreck Beach (la playa del naufragio). Expectante y llena de curiosidad me acercaba a una visita única que no olvidaré jamás.

Cuando por fin vi el barco de cerca, me quedé sin palabras. Allí, entre tanta belleza, tanta inmensidad, tanto silencio… sentí que el barco me llamaba. Como si intentara susurrarme y contarme sus secretos, su historia deshecha por el paso del tiempo, la erosión y los movimientos sísmicos que a veces sacuden la isla.

Su esqueleto, hoy roto y esparcido por la arena, me pareció una de las cosas más hermosas que he visto nunca. Aproveché cada minuto frente a él para grabar cada detalle en mi memoria, sabiendo que algún día desaparecerá...

Me sentí afortunada de haberlo contemplado con mis propios ojos, por la paz que sentí y por la inexplicable conexión que tuve con ese lugar. Antes se podía desembarcar y estar en la playa unas horas pero, debido a desprendimientos que se produjeron en los últimos años, se decidió cerrar la playa y sólo se puede ver desde el agua.

Creo que algo de mí se quedó allí… pero a cambio me traje uno de los recuerdos más especiales que tengo de un viaje.

Es maravilloso descubrir lugares que te aceleran el corazón y te hacen sentir sensaciones tan bonitas. Cada persona lo puede experimentar en un rincón distinto del mundo y mi trabajo es encontrarlo para ti con Mi tiempo en tu maleta.

¿A qué esperas para pedirme que organice tu viaje?